Mohamed Choukri

Mohamed Choukri, rifeño de nacimiento y tangerino por residencia, fue considerado como uno de los sólidos valores de la narrativa magrebí como lo demuestra su extensa y prolífica producción literaria que tuvo sus comienzos a mediados de los años sesenta.

Abarca tanto novelas , como relatos breves y teatro, publicó diversos ensayos en revistas árabes de crítica literaria ,así como traducciones al árabe de poetas españoles, tales como los hermanos Machado, Miguel Hernández , Federico García Lorca , etc.También escribió acerca de sus vivencias con “los malditos”:Jean Genet y Tennesse Williams.

Aunque su obra más célebre y traducida a más de quince idiomas fue al-jubz al hafi (el pan a secas), fue rechazada por los editores árabes aduciendo estos la inmoralidad pornográfica que en ella se reflejaba.

La publicación de esta obra, supuso una conmoción en el panorama literario árabe, esta autobiografía novelada como le gustaba designarla, es un relato duro, cruel, sin concesiones de la lucha diaria de un niño por sobrevivir en una zona castigada por largos años de sequía y hambruna: el Rif y una ciudad internacional: Tánger donde se codeaban millonarios, aventureros, mafiosos, espías, artistas, bohemios, desalmados y escritores de “la Beat Generation”.

En junio de 1996, publicó un texto de memorias en árabe sobre Paul Bowles y su destierro en Tánger, en el que Choukri haciéndose pasar por Michel Foucault, Tzevetan Todorov, Julie kristeva, Edward Said, Hicham Djait, desarrolla una crítica radical contra el orientalismo como discurso construido por el líder de “la Beat Generation”, el dandy Bowles.

Discurso a su vez que ha fracasado como instrumento de poder que sostiene la empresa del colonialismo y el paternalismo.

La imagen de oriente, en este caso Tánger, está compuesta por fragmentos intertextuales, superpuestos como un filtro, es una figura construida, no un yo verdadero.

Detrás del exotismo cuántas veces no hay otra cosa que racismo más algo de lírica. Debajo de esa palabra, un mundo sometido, un zoológico a reconstruir, a definir.Otras colaboraran a ello, serán inventadas prácticamente en el mismo marco y juego, piénsese en una antropología definiendo al primitivo, al salvaje o al bárbaro unida a la historia. El orientalismo no es más que el estilo y discurso occidental para dominar a oriente según Edward Said.

La vida de Choukri está relacionada fundamentalmente con la ciudad de Tánger, aunque no nació en esta ciudad, estuvo predestinado a residir en ella, y ambos se pertenecen. Dicha ciudad aparece por doquier en su obra literaria como un tema recurrente.

El territorio de Choukri es un mundo de adversidades, presenta quiebras, altibajos, rupturas, crudeza no exenta de ternura, marginación y violencia.

Choukri recurría a la transgresión para recuperar la inocencia perdida y a través de la impureza y violencia del texto contaminaba fecundamente la lengua árabe con palabras o kalimat en tafinagh o tarifit, en castellano y en árabe dialectal, infringiendo las leyes sagradas de la gramática. Decía, que las lenguas evolucionaban con el uso que de ellas hacen los hablantes, y no con los academicismos establecidos. En eso tenía un punto común con García Márquez.

En su obra El pan a secas, nos habla de una desgarradora vivencia personal respecto a su padre, de un mundo familiar hecho de violencia y miseria (malos tratos, hambre, etc) en el que sobrevivir fue la principal tarea cotidiana:”yo le insultaba en mi imaginación.Si no hubiera sido por la imaginación, habría reventado.”

En esta autobiografía, Choukri intenta recuperar y reconstruir el pasado logrando transformar su experiencia vivida mental y oral en escritura. Analfabeto hasta la edad de 21 años. Se preocupó de perseguir su memoria en lugar de construir mundos imaginarios, en sus escritos cuenta los hechos que a él le han sucedido en los lugares y ambientes en donde se produjeron, describiendo siempre los acontecimientos diarios, y las situaciones marginales.

Siguiendo a Dris Guzmán: “¿Cómo leer sin estremecimiento un libro autobiográfico escrito en el más descarnado a la vez que en el más lírico y efectivo realismo con el que el autor narra sus primeros veinte años,- un joven rifeño sin más fortuna que inteligencia para sobrevivir- transcurridos en el Marruecos Español, la Argelia francesa y el Tánger ciudad internacional, durante los años cuarenta y cincuenta?

Para un conocedor elemental de la literatura española de los siglos de oro, la comparación con el arquetipo literario y vital del pícaro constituirá una motivación complementaria a la hora de internarse de la mano del joven Mohamed, haciendo esta vez de guía ocasional para el temeroso y fascinado viajero lector, por los laberintos callejeros de las medinas norteafricanas, y por el cúmulo de aventuras, en pos de ganarse la sola existencia, en que se verá envuelto el protagonista.

En su singularidad, este testimonio ciñe lo literario a unos efectos realistas que, para la conciencia creadora de Mohamed choukri-autor, despiertan sus propios recuerdos, en calidad de material fundante de la personalidad pero también de su posterior transformación en discurso artístico. La memoria es lógicamente el motor que da forma y contenido al relato a lo largo de su desarrollo; y no es una memoria que se limite a informar de lo biográfico, sino que en el hecho mismo de hacerlo, según observa Juan Goytisolo en el prólogo a esta edición, se implican categorías de una denuncia tanto cultural y moral como lingüística. Denuncia que supone desde esta perspectiva una valoración marginal de la narración si nos atenemos al contexto, asimismo cultural, moral, lingüístico y, en última instancia, ideológico, del que surge: el mundo árabe y en particular el Marruecos colonial hoy ya independizado”. (Ver Dris Guzmán, no problema, no paranoia.revista puerta oscura nº ¾ Málaga).

Atrapado en una sociedad cuyos valores morales y burgueses, le dan asco y le repugnan, no duda en denunciar los principales problemas que acechan a Marruecos a través de la descripción que padece Tánger (decía no añorar en absoluto el mito creado en torno a esa ciudad cosmopolita y lugar de cita de intelectuales y artistas porque en esa época él pasaba hambre y dormía en los cementerios)

En su novela Rostros, amores y Maldiciones, el autor Choukri se introduce en el interior de la miseria de esas gentes que viven en Tánger.

Su prosa desgarrada, aguda, precisa, alcanza sus mejores momentos para relatar el perfil interno y externo de quince personajes que se encuentran y se pierden en la geografía nocturna y áspera de una ciudad literaria que ya no es ni mucho menos lo que fue Tánger.

Esta es una ciudad abandonada y derrotada, ahora es la ruina la que va devorando las fachadas de los edificios modernos, el bulevar Pasteur ya no es el de antes, el de los tiempos en que los hindúes vendían relojes de marca y equipos de radio de importación. Se han ido y las tiendas están desprovistas, los géneros de imitación o de segunda mano y los mostradores anticuados,…jugadores extranjeros, extraviados, alcohol, drogas, delincuentes, prostitutas, pícaros, guías clandestinos, pensadores irreverentes etc.,..Seres en la frontera de la marginalidad deambulan por las páginas de Choukri intentando reconocer un oscuro túnel del sentido de la supervivencia, de la dignidad y paradójicamente de la alegría.

Murió con 68 años, como Jean Genet, dejó el cadáver de un señor mucho mayor.A su entierro en el cementerio de al Marshán acudió la Tánger menos convencional. Los amigos fueron a despedir a un gran escritor. También acudieron los que suelen aprovechar cualquier ocasión para hacerse notar, pero no tuvieron nada que hacer. Quienes ansiaban protagonismo entre plañideros o llorosos encontraron el silencio.

Cuando el féretro se aproximó a la fosa, sólo se escuchó: ¡adiós Choukri! y ahí acabó todo. El homenaje más breve que cabía imaginar para una vida colmada de excesos.

Una existencia de resaca permanente ahogada en alcohol, que supo sin embargo encontrar el significado de la lucidez. Así lo atestiguan muchas de sus frases predilectas, como “he comprado mi hambre” o “soy el enano de mi mismo”.

Más allá del personaje que algunos quisieron explotar obviando su escritura, la verdadera genialidad de Choukri brilló siempre en los antros o bares, en compañía de sus fieles lectores y admiradores, que nunca le permitieron un resbalón. Extraño espíritu indómito, coherente con si mismo y transgresor hasta la muerte. Con él:” Tánger se ha vuelto a morir.”

Por Mustafá Akalay Nasser, ensayista, urbanista y gestor cultural.

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3 respostes a Mohamed Choukri

  1. Danielle diu:

    Merci de faire référence à ce grand écrivain que j’eus la chance de connaître à Tanger, ville où j’ai résidé pendant
    35 ans.
    Une vie de chien et une littérature qui vous prend aux tripes…c’est ce que nous retiendrons de lui.

    J’ai mis votre blog en favoris. Je l’ai découvert par hasard
    en recherchant un coin de mer…
    ” Sueños, sueños rotos….el mar, siempre fuente de inspiración y de paz.”
    j’en suis ravie.

    je vous souhaite un heureux séjour dans cet univers de
    couleurs et d’odeurs enivrantes.

    une fervente tangéroise

    • Anabel diu:

      Danielle, c’est vrai… Choukry a une littérature sévère mais belle. En particulier, que je me souviens particulièrement celle de leur livre “Visages” je profondément touchée par son rawness vaste…. a été et jours dans ma tête et échec pour le supprimer. Il était un auteur qui ne laisse pas indifférent… à tous.
      Tanger… cette ville pleine de légende, aventure, parfois dangers… de bleu mer Méditerranée… Medina authentique, je comprendre votre amour pour elle. Vous remarquerez dans mon poste de rêves…. brisé de rêves ? J’espère que non…. rêves toujours… et si vous pouvez a cote du mer. Je t’espere pour ici une autre fois….pour mon Blog….

  2. Hammutopia diu:

    Gracias Mustafa por este “panegírico” a Choukri. Recordarás que un día le narré uno de mis cuentos y atentamente me oyó. Nunca había sentido tanta atención y complicidad. Choukri no era un oyente, un observador como todos. Nunca lo fue. En eso consistía su grandeza en su invisibilidad. No reclamaba a nadie protagonismo ni exceso de su “yo” pues su interés era estar a la sombra, aquella que le acompañó durante su vida. Gracias a Choukri descubrí una intimidad que nadie comentaba y menos, escribía. Choukri no era amazigh, ni tangerino, ni marroquí…Él era mucho más que esas etiquetas. Gracias, 1001 gracias por tu existencia, querido amigo Choukri.

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